Capítulo 1 “El rey de
Guinster”
PREDESTINADO
Existía una
familia, común como cualquier otra; la madre, llamada Amanda, siempre ocupada
con su trabajo; ella era escritora, reconocida por cierto, aunque no muy
famosa; sus libros era principalmente
compilaciones de cuentos e historias fantásticas que incluían héroes y
criaturas místicas, temas muy atrayentes sobre todo para los jóvenes y algunos
adultos que no habían perdido aún la esencia de quien comienza a vivir; como se
imaginarán su trabajo la mantenía al ras de su tiempo con la familia, algo no
muy de su agrado, pero “inevitable” decía ella.
El padre, John, un hombre igualmente atareado por sus deberes, era
también un artista, pero enfocado a la música, violinista para ser exactos y
pedagogo en una reconocida universidad de música; y finalmente estaba Joseph,
su hijo, un chico algo tímido, de catorce años de edad, de complexión delgada y
cabello castaño; caracterizado sin embrago por algo muy peculiar y fuera de lo
común: sus ojos, ya que el izquierdo era de un color castaño oscuro y el
derecho de un azul tan claro como el agua. Esto era motivo de ciertas burlas en
su escuela, sobre todo al ser un estudiante de secundaria, por supuesto debido
a la inmadurez de varios de sus compañeros.
Su carácter era
más bien inocente, ingenuo, perseverante, sentimental, un tanto alegre y según
él, nada valiente, al envolverse en
diversos temores, irracionales para otros, pero importantísimos para él. Amaba
la música, podría pasar horas deleitándose con piezas de gran variedad de
géneros, desde el clásico, hasta el rock y pop. También era amante de la buena
literatura, aquella que es capaz de transportar a nuevos mundos y pensamientos,
fascinado por cierto, por los libros de su madre, ya que lo envolvían en
historias fantásticas llenas de viajes y descubrimientos, y que a su vez por
desgracia, tales historias eran lo que más conocía de su madre, ya que como
mencioné, ella era una mujer muy ocupada. Los videojuegos eran algo también
fascinante para el muchacho, pero su tiempo en ellos era limitado por su padre,
quien prefería darle, cuando podía, ciertas lecciones de violín, armonía y
solfeo.
A pesar de ser
alguien con grandes capacidades y un buen corazón, no era muy bueno
socializando, siendo sus amigos contados, entre uno y tres. Era un muchacho
responsable y esforzado en la escuela, aunque en realidad no fuera
sobresaliente, ni destacado por su dinero o estatus social, sin embargo ¡cómo
era reconocido por esos ojos! mismos que llegó a despreciar gracias a ser
identificado y burlado sólo por eso, aprovechándose de su falta de valentía
para enfrentarse a sus acosadores.
Un día por la
mañana Joseph salió de su habitación, se alistaba para ir a la escuela, y
observó como siempre durante el desayuno, a su padre leyendo el periódico y
bebiendo café, mientras que su madre preparaba cariñosamente los alimentos.
Inmediatamente
después de haber terminado, dio las gracias y tomando su bicicleta se dirigió
apresuradamente hacia la escuela.
Días antes él se
había mostrado un tanto distraído, sobre todo en el salón de clases, pero aquel
día sería el peor de todos; durante el transcurso de una de éstas, la de
matemáticas para ser exactos, tuvo una visión en su mente: una sombra lo
observaba mientras él se veía corriendo con desesperación. Sólo logró despertar
de aquel trance cuando el maestro le
llamó fuertemente la atención: “¡Despierte de su sueño señor Quaid, estamos en
clase!”, desconcertado miró a sus
compañeros mofarse.
Sólo habían pasado
dos horas de aquel penoso incidente, cuando, ahora estando en clase de
biología, inevitablemente sintió una escalofriante sensación, como si alguien
lo acechara y estuviese dispuesto a atacarlo en cualquier instante; sus
compañeros extrañados lo observaban voltear a cada momento con una expresión
que denotaba temor; la maestra al percatarse de esto se acercó a él: “Joseph,
¿me haría el favor de prestar atención?, está distrayendo a sus compañeros” Él
apenado pidió disculpas prometiendo que no volvería a suceder.
Por fin llegó la
hora de salida, cuando un compañero de clase llamado Michael, conocido por su
rebeldía en la escuela, le arrojó un dulce en la cabeza, mientras le gritaba en
tono burlón: “¡Oye niño raro! ¿A qué planeta te vas durante las clases eh? ¿O
acaso quieres hacerte el interesante?”
Joseph siguió
caminando, ignorándolo y aunque continuara gritándole, tomó su bici y se
dirigió a casa: — ¿Qué
me está pasando? —se preguntaba —¡Soy un tonto!, ¿por qué mi
mente no puede dejar de divagar e imaginar cosas?
Al llegar, sus
padres, quienes estaban en la sala, lo saludaron como siempre dándole la
bienvenida, pero el joven sin decir palabra, subió corriendo las escaleras y
entrando a su habitación, cerró la puerta y se recostó sobre su cama. Se sentía
furioso y triste consigo mismo, y la verdad era que en su interior siempre lo
estaba.
No importaba
cuanto se esforzara, una sola palabra de aquellos que creía estaban por encima
de él debido al miedo, bastaba para hacer añicos todos sus esfuerzos e
ilusiones. Además de esto, consideraba a sus compañeros como irracionales, poco
pensantes, inmaduros y rebeldes en plena adolescencia, más él tampoco podía
sentirse mejor que ellos, ya que, aunque diferente, era incapaz de enfrentar
sus propios “monstruos”.
Ellos notaron la
extraña actitud de su hijo, así que John subió a verlo y tocando la puerta le
habló:
— Joseph, ¿qué tienes hijo?
—
¡Nada!-
respondió él.
—Sé
que algo te está pasando, abre la puerta por favor.
—
¡Déjame
solo! — exclamó.
El padre
preocupado bajó las escaleras y le comento a Amanda sobre el comportamiento del
chico, a lo que ella sugirió que se le dejara solo, luego les contaría lo
ocurrido.
Esa noche Joseph
no bajó a cenar.
Eran las 12:30
A.M. y él dormía plácidamente, cuando de repente, escuchó algo a lo lejos;
levantándose lentamente, somnoliento se asomó por la ventana, entre cortinas
movidas por el viento, pero no vio nada, regresó pues a la cama pensando que
seguramente habría sido algún animal, sin embargo inmediatamente volvió a
escucharlo, y en esta ocasión el sonido resultó un tanto más intenso, así que
por segunda vez se dirigió hacia su ventana y al recorrer las cortinas lo que vio
fue algo completamente inesperado, que le provocó un gran susto: se trataba de un
enorme ojo amarillo. Él, aterrorizado, se apresuró a salir de su cuarto, pero
la puerta se había atascado.
—
¡Ayuda! ¡Ayuda! —
gritó desesperado mientras forcejeaba.
Fue entonces que
al voltear, vio cómo una gran pata de águila abría la ventana; el miedo lo
vencía, se deslizó de espaldas sobre la puerta sentándose en el suelo y cuando
aquella bestia la hubo abierto por completo, muchas pequeñas criaturas,
parecidas a hadas, entraron y rociaron un extraño polvo sobre él, quien al
instante se quedó completamente dormido;
en ese momento halaron del muchacho hacia donde estaba aquel ser mitológico y
sosteniéndolo en el aire lo sacaron de su habitación y lo recostaron sobre el
lomo de aquella criatura, mitad águila, mitad león.
En ese momento
emprendió el vuelo. Aquella noche las estrellas brillaban relucientes y podía
apreciarse una hermosa luna llena.
Un rato después Joseph comenzó a abrir los ojos poco a
poco y al ver la altura se aferró asustado al cuello de la bestia. De repente
todo se volvió oscuro, no podía ver nada, y sintió un terrible miedo al no
saber qué estaba ocurriendo, mas esto duró tan solo unos segundos y después todo
comenzó a aclararse de nuevo, impresionado observó frente a él un gran y
hermoso bosque, en el cual había pequeñas ciudades que se apreciaban a lo largo
y ancho de aquel mágico lugar.
Ya había amanecido
y los padres del chico despertaron. Su madre se dirigió hacia su cuarto y toco
la puerta varias veces, mas al no contestar su hijo entró al estar la perilla
abierta; las sábanas de su cama estaban tiradas a un lado, ella se angustió al
no verlo, bajó corriendo las escaleras y dándole la noticia a John comenzaron a
buscarlo por toda la casa llamándolo por su nombre y al no encontrarlo los
invadió un gran sentimiento de miedo y preocupación. Joseph no era el tipo de chico
que sale a escondidas por la noche.
En ese momento una
paloma roja entro por la ventana de la sala donde ellos se encontraban y se
posó sobre un mueble; ésta tenía una carta en el pico y dejándola caer, observó
atentamente a los padres del muchacho, quienes la miraron igualmente. John
sumamente desconcertado recogió la carta: en ella se encontraba escrito lo que
le había pasado a su hijo.
Mientras tanto, la
criatura alada, con sus garras extendidas, comenzó a descender con Joseph a su
espalda y al aterrizar, éste sin pensarlo bajó de su lomo. Asustado miró a la
criatura y a su alrededor, se encontraba en un lugar completamente desconocido,
en medio de lo que parecía ser un bosque, y justo en frente se hallaba una
enorme mansión; caminó nervioso hacia ella, tal vez alguien pudiera ayudarle. Tal
majestuosa construcción parecía antigua; gemas y piedras preciosas estaban
incrustadas en sus muros de piedra, por lo que que aparentaba pertenecer a
alguien muy, muy rico. Se acercó pues temeroso y tocando la enorme puerta
esperó a que la abrieran durante unos pocos segundos, cuando finalmente atendió
un hombre, quien tendría al rededor treinta y cinco años de edad, de tez morena
clara, ojos oscuros detrás de sus gafas y vestía una túnica color café:
—
¡Hola,
bienvenido!, ya esperaba tu llegada, pero, ¡pasa, pasa!
Joseph entró algo
nervioso a la majestuosa mansión y cerrando de nuevo la puerta los dos se
dirigieron hacia una sala que tenía una pequeña mesa en medio de sillones
rojos, los cuales estaban hechos de plumas de Quiril, un animal muy preciado
debido a su plumaje (pero de esto aún no tenía conocimiento nuestro protagonista)
y sentándose e invitando al chico a sentarse, el hombre de la mansión se
presentó:
—Mi nombre es Wisath Doring y
ha llegado el momento de que sepas la verdad; el propósito de tu llegada.
—Dígame por favor, ¿qué está
pasando? ¿Qué es este lugar? ¡¿Qué es lo que quiere de mí?! —
habló alterado el adolescente.
—Vaya vaya, son muchas
preguntas a la vez, escucha: Tú, joven Joseph Quaid, en nombre de la gran
cámara de consejo del segundo mundo, te hemos nombrado, “predestinado”, porque
sin duda lo eres, mi estimado muchacho con mirada de tierra y agua— respondió seriamente.
— ¿Predestinado?
¿Mirada de tierra y agua? ¿De qué está usted hablando? ¿Esto es una
broma?...además, ¿cómo sabe mi nombre? — Temeroso ansiaba oír pronto una
respuesta a tan extraño acontecimiento —Un sueño, eso es, ¡esto es sólo un sueño!
—
¡Esto es muy real! No es ni broma, ni sueño; tranquilízate y escucha, que te
contaré lo que está pasando:
Te encuentras en
el segundo mundo, un lugar gobernado por criaturas fantásticas e inimaginables
para el mundo de donde tú provienes, que es el primero; pocas personas saben de
su existencia debido a que nunca ven más allá; solo una pequeñísima cantidad lo
conoce o ha escuchado de él.
La única forma de
llegar a este lugar es a través de la aprobación de los grifos y los guardianes, para atravesar los portales
que permiten la entrada a este sitio. Si tan solo la humanidad quisiera
reencontrarse consigo misma y su corazón fuera puro, pudieran hacerlo.
Un grifo es como
la criatura que te trajo, seres un poco irascibles he de decir.
Ahora presta atención a la siguiente historia:
Hubo un hombre que venía muchas veces al segundo mundo, entrando a través de
uno de los portales pertenecientes al bosque de Sticle –Won, en tu país, por la
aprobación de los guardianes. (Y aunque son varias las personas que pasan por
allí, muy pocas logran descubrirlo; son invisibles para la mayoría de la
gente).
Aquella ocasión el
hombre tomó un grifo y voló sobre su lomo, como solía hacerlo, sobre los
bosques. Sin embargo, había otra persona, la cual sabía de este lugar pero
jamás había logrado entrar; este conocía de aquel que venía seguido y durante
días lo observó, hasta que, siguiéndolo una vez, logró encontrar finalmente un
grifo que lo llevara a cruzar el portal, y pudiendo, de alguna extraña forma
montarlo, y burlar a los guardianes, voló tras él. Éste era alguien perverso,
de nombre Steve Eberhart.
El
hombre al percatarse que venían tras él trató de ir más rápido, dando órdenes
al grifo.
Steve antes había
intentado obligarlo a decirle como entrar, pero nunca se lo dijo, aún cuando él
era hijo de guardianes muy importantes para este mundo (algo en verdad muy
irónico). Su padre era bueno, siempre tratando de protegernos, incluso de su
propio hijo, quien era rebelde y codiciaba este lugar para sí mismo; por esa
causa su padre al conocer sus intenciones jamás le rebeló cómo llegar hasta
aquí. Sin embargo, Steve era un joven inteligente y seguro de sí mismo, por lo
cual juró sin miedo alguno obtener y gobernar el segundo mundo.
Continuando con lo
anterior: Steve se acercaba cada vez más al hombre y cuando consiguió
alcanzarle y quedar a su lado, obligó a su grifo a envestirlo con fuerza.
El hombre, al
perder el equilibrio cayó al precipicio y murió. Fue así como Steve logró
entrar a este lugar.
En aquel entonces
no tenía poder alguno; sin embargo, de una manera sorprendente, ha conseguido
reunir criaturas mediante engaños y pócimas que ha inventado capaces de dejar
en blanco la mente y hacer que obedezcan sus órdenes; adquirió además ciertos
poderes mediante cosas mágicas que ha ido recolectando en este mundo, y ahora
tiene a su servicio a un gran cantidad de seres y falta poco para que sintamos
su primer golpe.
Joseph lo miró un
poco incrédulo:
— ¿Y qué se supone que tengo
que ver yo en esto?
— ¡Más
de lo que te imaginas! Tú has sido predestinado para ser el que luche contra
Steve y logre derrocarlo antes de que él nos destruya primero. Si aceptas, tu
recompensa al final será grande.
El chico rió:
— ¡Ya basta de bromas! ¿Esperas que crea una
sola palabra de lo que me estás diciendo?, esto es una locura. Sueño, broma o
delirio mío- dijo levantándose de su asiento — ¡Siempre
he sido un cero a la izquierda al lado de mis compañeros y ahora me hablas como
si fuera yo un héroe de ciencia ficción! Nada de esto existe, ni la magia, ni
criaturas relacionadas con cuentos de hadas ¡Es suficiente!, me marcho- dijo
dirigiéndose hacia la salida.
Wisath se paró inmediatamente:
— ¡No trates de evadir
tan importante misión que te ha sido encomendada! Joseph, no debes temer, no
estás solo.
Pero el chico no se detuvo e intentó abrir las
puertas, sin tener éxito.
— ¡Te exijo que me
dejes salir! ¡Estoy cansado de que se burlen de mí! ¿Cómo lograron hacer tal
teatro, eh?; lo del grifo, el bosque… ¡No entiendo nada!...Esto es un sueño,
sí, eso es, debo tranquilizarme, debo despertar pronto.
En ese momento se escuchó la voz en eco de una
joven:
— ¡Pero qué chico más
testarudo!
Joseph volteó para ver quién se había referido
a él de esa manera y lo primero que vio fue a una pequeña criatura voladora
dirigirse a él a toda velocidad y darle un golpecito en la cabeza sin que
pudiera evitarlo; cuando de repente, frente a éste, el pequeño ser tomo la
forma de una joven de su edad.
Esta era delgada, de piel muy blanca, cabello
lacio con un tono algo naranja y unos grandes e impresionantes ojos color
violeta.
Joseph se quedó atónito. Tanto por su
apariencia, como por lo que acababa de hacer.
— ¿Qué ha sido eso?...
¿Cómo pudo ella…? ¡Cada vez entiendo menos qué es lo que está pasando! ¡Algo
tan extraño no puede ser real!
La chica miró fijamente a Joseph y le
preguntó:
— ¿Sentiste
claramente el golpecito que te di en la cabeza?
— Sí-
respondió huraño.
— Entonces quiere decir que esto no es un sueño,
¿no es así?- sonrió.
Joseph no supo qué contestar, era verdad, en
un sueño un golpe se percibe como real, pero en la realidad no puede
percibírsele como un sueño.
— Está bien, tú ganas,
esto no es un sueño, pero tampoco sé si es real, digo, ¿a cuántas personas les
suele pasar este tipo de cosas?
— A muchas y a ninguna,
porque tus vivencias son únicas y debes sentirte afortunado; que te hayamos
elegido significa que posees algo único, que eres tú el joven de la profecía-
le respondió Wisath.
— Pues, es un halago
escuchar esto, pero, ¡¿de qué profecía están hablando?! Y además, ¡¿cómo quieres que luche yo solo
contra un ejército?!
— Como te había dicho
ya, no estarás solo, tu viaje dará inicio al lado de esta increíble joven llamada
Aliza Morne.
Joseph sonrió burlonamente.
— No sé qué clase de
extraños poderes posea ella, pero supongamos que accedo a salvar “este mundo”,
¿pretendes que lo haga sólo con la ayuda de una chica?, eso es ridículo.
— ¡Hey! —
Exclamó ella un tanto indignada.
Wisath rió.
— ¿Crees que ella es
una simple chica? No sabes lo que dices, esta “chica” posee la increíble
habilidad de transformarse en muchas cosas: dragones, aves…en fin, te sorprenderás
cuando la veas en acción — le guiñó el ojo a
Aliza y esta sonrió.
Joseph la miró incrédulo.
— A
ver, pruébame lo maravillosa que eres; transfórmate en un dragón.
—
Con gusto — respondió ella al momento en que su cuerpo
tomaba la forma de uno mediano, pero con tal porte que infundía temor.
— ¡No puede ser! —
exclamó Joseph impactado — ¡Esta bien, te creo,
te creo, por favor vuelve a tu forma humana! —
le pidió al sentir el terrible escalofrío de tener frente a él a un dragón
lanza fuego.
Aliza regresó a su forma; ella y Wisath
comenzaron a reír.
— Bien, sí, admito que
se vio sorprendente y hasta aterrador — le dijo el joven algo
apenado por la risa de ellos — ¡Bueno, ya paren de
reír! — exclamó al ver que no dejaban de hacerlo.
— Bueno, bueno— respondió Aliza secándose las lágrimas causadas
por su risa, al tiempo que cruzaba miradas con Wisath.
En ese momento vieron entrar, por uno de los
ventanales, a una paloma roja, la cual dirigiéndose a Wisath entregó una carta
que traía en el pico.
— ¡Vaya!, tus padres
han respondido pronto — dijo mirando a
Joseph.
— ¿Mis padres dices? —
preguntó acercándose a él.
— Así
es- respondió- tus padres saben del segundo mundo, y también conocen de tu
situación actual.
—
¿Y por qué nunca me lo dijeron? ¿Por qué nunca me hablaron acerca de este
“supuesto lugar”?
— Tendrían sus razones-
le respondió Aliza.
Wisath entonces abrió el sobre y desdoblando
la carta comenzó a leerla:
“Les mandamos
saludos.
Estamos impactados de haber
recibido tal noticia, sinceramente no esperábamos que lo llamaran desde tan joven a cumplir tal
misión, aunque sabíamos que algún día debía partir, conocemos que esto implica
que tendrá que permanecer con ustedes durante el tiempo que sea necesario y
considerando también los muchos peligros que este título representa para él,
podemos decir que a pesar de todo esto y de nuestras preocupaciones, es para
nosotros un verdadero honor el que nuestro hijo haya sido el predestinado.
El que Joseph poseyera las características
proféticas del pergamino del sello nos llena de orgullo.
Joseph: Sabes que te amamos, por
favor cuídate mucho y acepta esto que se te ha encomendado; de ti está
dependiendo la esperanza de miles de seres. Sabemos que en este momento debes
estar sintiendo una gran confusión ya que nunca te hablamos de esto, pero
créeme, no fue porque desconfiáramos de ti. Joseph, esperamos que entiendas la
gravedad del asunto. Hay ahora en nosotros angustia y orgullo a la vez; nunca
te rindas, esta lucha será muy peligrosa y el camino lleno de dolor y
obstáculos, pero sabemos que tú serás capaz de sobrellevar todo esto. Hijo,
posees mas fuerza de la que crees y ahora lo estás comprobando. Sé que no nos
defraudarás, ni a nosotros, ni a ese mundo donde ahora te encuentras.
Te amamos hijo, esto es muy
difícil para nosotros y sé que también lo será para ti, pero no podemos ignorar
la vida de quienes en ti han puesto sus esperanzas.
Cuídate, no estás solo en esto y
¡no te rindas jamás!
Te aman y te esperan:
TUS PADRES”
Joseph quedo impactado al escuchar esto, la
letra con la que había sido escrita aquella carta no era otra más, que la de su
madre. Fue entonces que comenzó a creer que todo lo que estaba sucediendo realmente
era verdad.
—
Díganme por favor, ¿qué es el pergamino del sello? ¿Por qué me llaman
predestinado?
Wisath le explicó:
El pergamino del que hablan fue escrito hace
muchísimos años por un joven valiente de este lugar que salvó por primera
ocasión al segundo mundo del mal del ser
humano; aquí se le conoce como “el joven del sello”, quien poseía además la
increíble habilidad de ver el futuro.
Para salvar este lugar, él estuvo dispuesto a
dar su vida, separando el primer y segundo mundo, sin embrago antes de morir
solo en algún lugar recóndito de este mundo, tuvo una visión profética final y
se dispuso a utilizar el último pergamino que cargaba consigo, escribiendo lo
que veía con sus escasas fuerzas: años más tarde este sitio correría otra vez
peligro, gracias nuevamente a la criatura más inconsciente de todas: el ser
humano.
Sin embargo, miró también una luz de
esperanza: un joven como él, valiente y noble lucharía de igual forma por este
lugar; para que el humano no logre apoderarse de lo que aún sigue puro. Éste
muchacho de la profecía será: “Aquel que domine las bestias indomables de este
mundo, al ver en sus ojos los elementos de tierra y agua; porque su mirada ha
sido diferente desde el inicio; proveniente de guardianes de este planeta,
menospreciado en su mundo natal, vendrá a ser grande en el nuestro”.
Joseph al escuchar esto sintió como si en
verdad se estuvieran dirigiendo a él, excepto por lo de ser grande, ya que
nunca lo creería de sí mismo; sin mencionar que no entendió lo de las bestias.
— Este eres tú Joseph, el de los ojos de tierra
y agua — recalcó Aliza.
— No me la creo- negó
el joven — ¡No puedo ser yo!
— ¿Por qué no? Desde
tú nacimiento lo supimos, al mirar esos increíbles ojos. Y después de mirarte
también conforme crecías, nos percatamos que efectivamente eras… pues… menospreciado por la gente de tu edad.
— ¡¿Me espiaban acaso?! ¡Ni mis padres sabían con exactitud
acerca de mis problemas en la escuela!- se avergonzó Joseph.
— Debíamos asegurarnos
de que efectivamente fueras tú, lo siento, no fue nuestra intensión.
El muchacho lo miró algo molesto.
Aliza le habló
entonces:
— ¿Ahora lo has
entendido Joseph? Te necesitamos ¿Estás con nosotros?
Él permaneció callado y pensativo por un
momento; después habló:
— ¡Esto es una locura!
¡¿Deberé usar armas para la lucha verdad?! Jamás en mi vida he herido a alguien
ni he tomado arma alguna.
— Por las armas no te
preocupes, irás aprendiendo a usarlas, y respecto a lo de herir a alguien…será
algo inevitable en esta guerra. Solo recuerda que las armas deben utilizarse
sólo en defensa propia o por el bien de tus aliados, pero jamás por placer o para
malos objetivos, no lo olvides, harás uso de ellas sólo cuando realmente sea
necesario. Aún en algunos casos hay que mostrar compasión para con nuestros
enemigos — respondió Wisath.
— Wisath, tengo
miedo…miedo de morir y ver morir a los demás- una mirada de miedo y tristeza
escapó del interior de su alma.
Aliza lo miró fijamente:
— La muerte es
terrible porque nos es desconocida y es normal sentir miedo. Pero a veces es
necesario enfrentarla para ver la vida. Porque a causa de la derrota de
nuestros enemigos prevalecerá la vida de los inocentes.
— Joseph, se que tú
podrás hacerlo. Tu valentía y bondad podrán derribar cualquier obstáculo que se
te presente — lo animó Wisath —
no morirás antes de terminar la misión, lo sé, porque tú eres el elegido.
— Es una guerra, no
puedes asegurar que no voy a morir — respondió Joseph con
los ojos llenos de lágrimas — Entiéndame, no sé
cómo llegué a este punto.
Wisath sonrió y le extendió la mano:
— Porque puedes ver
más allá. Confía un poco Joseph, todo estará bien. Y entonces, ¿estás dispuesto
a luchar por tus padres, por la vida de muchos y sobre todo, por ti mismo?
Joseph cerró los ojos y pensó cómo su destino
daría un giro completamente inesperado si le daba la mano a aquel extraño. Su
corazón comenzó a latir fuertemente y una extraña sensación recorrió todo su
cuerpo. Debía hacerlo en nombre de la vida y del honor a sus padres. Debía
hacerlo por sí mismo; había llegado el momento de enfrentar sus más grandes
temores y de descubrir quién era realmente; no cualquiera tiene el valor de
hacer tal cosa, mas él, lo tuvo, tomándolo desde lo más profundo de su alma.
Fue entonces que extendió su mano a la vez que
abría los ojos.
— Lo haré —
pronunció con un tímido coraje — sé que siempre he
sido un cobarde, y un miedoso, pero ahora no puedo permitirme huir nuevamente;
me dicen que muchas vidas dependen de mi decisión y es por eso, que aunque este
mundo me sea ajeno y desconocido, estoy dispuesto a luchar en nombre de sus
vidas y en nombre de quien crea en mí… ¡Pelearé para no negarme a mí mismo!
— ¡Gracias Joseph!
¡Bendito seas! ¡Eres grande entre los hombres! —
lo abrazó Wisath feliz, mientras que el joven se sintió algo apenado —
Ya verás que todo saldrá bien, así que no temas, hay más fuerza en ti de lo que
crees.
— Eso espero —
respondió el chico volteando la mirada.
— Joseph, siempre
estaré a tu lado para protegerte y ayudarte —
Aliza le sonrió tiernamente — escúchame cuando
tenga algo que decirte y no ignores mis consejos, que serán voz viva a tu
intuición.
— Muchas gracias, así
lo haré — respondió sin entender del todo a qué se
refería- por cierto, ¿cómo dijiste que te llamabas?
— Aliza —
respondió ella.
— Aliza, yo también me
esforzaré — sonrió.
—
¡Bien!- exclamó Wisath — ahora que el elegido
a accedido a nuestra petición ya todo está listo; saldrán pasado mañana.
Al día siguiente, en la mañana, Joseph y Aliza
bajaron a desayunar como Wisath les había indicado. La chica guió al muchacho hasta
el comedor y para sorpresa de él cuando abrieron las puertas, vio que aquel era
enorme y todo tipo de criaturas estaban sentadas alrededor de la gran mesa.
Joseph pasó caminando al lado de esta,
notando como todos le miraban atentos, hasta sentarse al lado de Aliza.
Había elfos, gnomos, seres muy raros y también
personas; pero lo curioso y lo que todos tenían en común, es que lucían muy
jóvenes ¡eran niños!
Cuando un sirviente toco una pequeña campana,
todo quedó en silencio; enseguida vieron entrar desde otra puerta personas con
un gran banquete en las manos y al poner la comida sobre la mesa, todos
comenzaron a servirse y a hablar de nuevo. Había una extensa variedad de
platillos y la mayoría eran desconocidos para Joseph.
Él entonces, siendo invitado por Aliza,
comenzó a servirse, cuando un joven elfo parándose de su asiento se le acercó y
le dijo cordialmente:
— ¡Hola!, bienvenido,
¿cuál es tu nombre?
— Joseph Quaid —
respondió él — mucho gusto.
En ese instante todo quedo en silencio y
comenzaron murmurar unos con otros.
— ¿Joseph Quaid? —
decían todos con expresión de asombro en sus rostros, solo pasaron pocos
segundos cuando se apresuraron a darle la bienvenida.
Wisath sonrió y se paró de su silla.
— Como verán Joseph
Quaid finalmente está con nosotros ¡El que estaba destinado a salvarnos por fin
ha llegado! Sean todos amables con él y ¡brindemos por Joseph, el predestinado!
— ¡Sí!- exclamaron al
unísono y brindaron felizmente. En ningún otro desayuno el muchacho había
respondido jamás a tantas preguntas y por primera vez se sintió como toda una
celebridad, pudiendo compartir una comida con tanta gente que lo consideraba
importante.
Cuando hubieron acabo todos de disfrutar
aquellos exquisitos manjares, el joven se paró de su asiento y dando gracias
caminó hacia las puertas principales.
— ¿Te vas? —
le preguntó Wisath, ya que algunos solían quedarse a platicar después del
desayuno.
— Sí, disculpa, es que
deseo estar un tiempo a solas en la habitación que me prestaste antes de
emprender el viaje; aún necesito asimilar bien mi situación —
respondió Joseph.
— Está bien, entiendo —
asintió seriamente.
— Con su permiso — dijo a la vez que salía de la sala del
comedor.
Se encontraba subiendo las escaleras cuando
Aliza, disculpándose también con los comensales, salió y corrió hacia Joseph,
hasta darle alcance y quedar a su lado.
— ¡¿Ves Joseph?! Eres famoso —
le dijo sonriente.
— Sí, y eso que aún no
entiendo muy bien por qué — hiso una mueca similar
a una sonrisa — Sabes, realmente me siento nervioso, no sé
qué será de mí más adelante, o si volveré a ver a mis padres y amigos.
— Ten fe, todo estará
bien — intentó animarlo Aliza —
sé lo nervioso que debes sentirte para
regresar a tu habitación justo después de desayunar, y sobre todo de haberte
levantado de dormir como un tronco — rió— toque la puerta durante horas hasta que por
fin contestaste.
— ¡No te burles!-
exclamó Joseph — esto es muy difícil para mí. Necesito
asimilarlo.
— Como quieras. Mejor
que lo “asimiles” todo de una vez a que durante el viaje tenga que estar al
lado de un muchacho que aún sigue por las nubes.
— Tienes
razón.
Al llegar a la habitación entró solo y cerrando
la puerta se recostó sobre la cama y de nuevo muchos pensamientos y dudas comenzaron
a dar vueltas en su cabeza, cuando de repente una visión, como si se tratase de
un sueño, se apoderó de él: estaba en un lugar oscuro y vacío, cuando
inesperadamente unos enormes y brillantes ojos azules aparecieron ante él y
despertando bruscamente de aquel trance, vio frente a la puerta de la
habitación una especie de serpiente con alas de murciélago, la cual poseía una
máscara sumamente tenebrosa. La criatura se aproximó a él lentamente. Joseph
aterrado saltó de su cama hacia el otro extremo de la habitación, cuando, como
un milagro, Aliza abrió la puerta:
— Joseph quisieras…— no
acabó la frase cuando vio a aquella criatura, la cual desapareció como por arte de magia en ese
momento.
Inmediatamente la chica asustada corrió hacia él:
— ¡¿Te pasó algo?!
¡¿Estás bien?!
— Estoy bien, gracias —
le respondió frío por el susto — ¿No acostumbras tocar
la puerta antes de entrar?
— ¡Perdón! —
se apenó — prometo tocar de ahora en adelante.
— ¡Olvídalo, en verdad
me alegro que hayas entrado sin tocar!
— Joseph, ¿en verdad
estás bien? — lo revisó con la mirada.
— Sí Aliza, gracias por
preocuparte. Pero, ¿qué cosa tan horrenda era esa? —preguntó
agitado.
— Seguramente un
enviado de Steve…eso quiere decir…que él ya sabe que has venido.
En seguida fueron a avisarle a Wisath lo
ocurrido.
El día ya había
transcurrido y llegada la noche Joseph se encontraba en el cuarto
preparándose para el viaje que empezaría
al día siguiente, ordenando las cosas que Wisath le había dado. Entonces tocaron
a la puerta, se trataba de Aliza y el joven la invitó a pasar.
— Hola, vengo a traerte
esto — le dijo mostrándole una esfera transparente
con algo en su interior, que aparentaba ser una ave —
esto es un zitne — le explicó —
te indica cuando hay peligro emitiendo un sonido muy fuerte, así que ya podrás
dormir tranquilo.
Ella colocó el objeto sobre un mueble.
— Gracias — sonrió tímidamente Joseph, y la chica estuvo
a punto de salir cuando él la llamó:
— ¡Aliza espera! me gustaría
preguntarte algunas cosas; la verdad es que
muero de curiosidad.
— ¿De qué se trata? — volteó a verlo.
— Ven, siéntate a mi
lado si quieres — la invitó dando palmaditas en la cama.
— Sí, claro —
ella accedió sonriente.
— Oye Aliza, ¿eres una
persona con un magnífico don o una criatura diferente?
— ¡Oh!, era eso; mira,
soy solo una persona con un don. Mi madre se casó con un elfo, el cuál inventó
una fórmula para obtener los poderes que ahora yo poseo; lo curioso es que a él
no le causó efecto, sino que se manifestaron en mí, ya que mi madre quedó
embarazada después de que mi padre bebiera del brebaje.
— ¡Vaya! Qué curioso, ¿y
tu padre es una especie de científico?
— Se podría decir, o
más bien, era un alquimista, al igual que mi madre.
Al decir esto la chica manifestó una expresión
un tanto melancólica.
— ¿Pasa algo malo? —
le preguntó Joseph al notarlo.
Ella inmediatamente cambió su semblante a uno
sonriente.
— ¿Tus padres son
buenos contigo? — habló enseguida.
— Sí, claro está que a
veces discuto con ellos o incluso no comparto mucho su tiempo, pero puedo decir
que son los mejores padres del mundo — sonrió el joven.
— Me alegra- se
levantó cortando así la conversación — ya es algo tarde, te
veré en la mañana.
— ¡Espera! —
le volvió a llamar cuando hubo caminado algunos pasos.
— ¿Si? —
volteó.
— Sólo me preguntaba,
¿para qué sirve esto? — le mostró lo que parecía
ser una pulsera de oro con dibujos tallados en ella.
— ¿Wisath te dio eso? —
Aliza se acercó sorprendida.
— Sí- respondió —
estaba entre las demás cosas que llevo para el viaje, y bien ¿qué es?
— Es una pulsera
camuflaje, ¿quieres ver cómo funciona? Su nombre lo dice, mira, pégate a la
pared y póntela — le indicó.
Joseph se puso contra la pared y al colocar el
objeto sobre su muñeca, éste se cerró al instante, desapareciendo él al
momento.
— ¡Wow!
— se maravilló— pero, ¿cómo es posible?
— El cómo lograron crear un artefacto así, no
lo sé; sólo te puedo decir que esta pulsera te puede hacer invisible en donde
estés, resultará muy útil en nuestro viaje; sin embargo lo que debes tomar en
cuenta es que funciona mejor mientras permanezcas quieto en un solo lugar, ya
que si te mueves se alcanzará a ver parte de tu silueta; es sólo un camuflaje,
no lo olvides.
— De acuerdo, ¡esto es
grandioso! — exclamó Joseph muy emocionado.
— Por cierto, tales
pulseras sólo las pueden hacer los Trouks del bosque Briwol. Son muy valiosas,
así que no la pierdas.
— ¡Jamás perdería algo
así!- aseguró Joseph entusiasmado, sin tomar en cuenta el desconocimiento de
aquellas criaturas de las que hablaba.
Aliza rió:
— ¡Y eso que falta
mucho por ver en este mundo! Bueno, me voy. Que pases buenas noches Joseph —
se despidió dirigiéndose hacia la puerta.
— Buenas noches Aliza
y gracias — contestó el joven.
— Gracias a ti —
sonrió guiñándole el ojo, y al salir de la habitación cerró la puerta.
Joseph terminó de empacar, se acostó y no
tardó mucho en quedarse profundamente dormido.
Aquella noche transcurrió tranquila.